El culturismo consiste en la utilización de
pesas para provocar en el cuerpo una serie de cambios
adaptativos.
El objetivo de estos cambios es lograr una adecuada
mezcla de volumen, musculosidad, simetría y proporción.
La utilización de pesas, por lo tanto, es únicamente
un medio para alcanzar ese objetivo, y no como suele
creerse el fin último
del culturismo.
La finalidad del ejercicio es lo que diferencia al
culturista de cualquier otro deportista que utiliza
las pesas para mejorar o fortalecer su sistema muscular.
Uno de los mitos más extendidos acerca del culturismo
es la creencia de que los músculos que se desarrollan
con sus métodos no tienen fuerza, sino únicamente volumen.
Esto no es cierto, y sólo puede parecerlo cuando se compara con los resultados de la Halterofilia, donde el objetivo tampoco
es la fuerza sino la potencia muscular.
También es muy común la creencia de que el entrenamiento
con pesas vaya a producir estos resultados de forma
inmediata y en todo el mundo. Mucha gente se acerca a un gimnasio a ponerse en forma, pero con miedo por lograr un desarrollo excesivo o desproporcionado.
Lo cierto es que alcanzar un físico como el
de un profesional requiere entre ocho y diez años de
entrenamiento exclusivo, fanático, obsesivo, además de una importante predisposición genética y el mantenimiento de una dieta alimenticia muy estudiada.
La mayor parte de la gente no podrían lograrlo ni
aún queriendo.
Arnold Schwarzenegger, quizá el más conocido de los
grandes campeones del culturismo, definió esta forma
de vida después de retirarse, en 1975, de la competición: "...el
entrenamiento había sido lo más importante de mi vida. Era mi vida. Pasaba cuatro horas
al día haciendo obsesivas sesiones con pesas, y todo lo que rodeaba mi vida, desde mis comidas
hasta mis horas de sueño, pasando por mi vida social, giraba alrededor de la idea de ganar
los campeonatos de culturismo."